BODEGA

CONSERVANDO
EL LEGADO DE
LOS CONDES DE
XIMONDE

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UN PROYECTO ENOTURÍSTICO QUE ES LA EXPRESIÓN DEL COMPROMISO DE LA FAMILIA SIMÓN-BARALLOBRE CON GALICIA.

La historia de Ximonde ha estado desde siempre unida al cultivo del albariño. Tanto es así que no se puede entender el pazo Barroco que ha llegado hasta nuestros días, sin la riqueza que este vino único ha aportado a esta gran casa solariega. Sabemos que ya en el siglo XVI el vino formaba parte fundamental de la vida del Pazo. Las cepas centenarias que se conservan en la viña y el viejo lagar de la bodega son el testimonio de que en el solar de los Condes de Ximonde siempre ha reinado el albariño más noble.

Hoy, Ximonde, pertenece a la familia Simón-Barallobre, empeñada en que la luz de este viejo solar a orillas del río Ulla vuelva a lucir con todo su esplendor.

La recuperación del cultivo de la vid, la elaboración de vino albariño, la rehabilitación del pazo y del patrimonio cultural de la casa centran el esfuerzo de la segunda generación de nuestra familia. En la actualidad, el Pazo de Ximonde alberga la Bodega Barallobre, cuna de dos vinos albariños, Barallobre y Antonio El Cruel.

Son los primeros pasos del nuevo camino de una noble heredad que vuelve a la vida. Una finca en la que cada año se replantan cepas, un pazo en el que se recuperan escalinatas, balaustradas, espacios para las labores del campo, para hacer de las uvas albariño. Pronto, la casa verá como su jardín vuelve a florecer como en su mejor primavera.

Un camino emprendido con firmeza y cuyo fin es convertir Ximonde en una realidad cultural en la que el patrimonio natural e histórico constituyen la piedra clave de la pasión que sentimos por nuestra tierra.

ENTORNO

EL ALBARIÑO QUE
NACE A LAS PUERTAS
DE SANTIAGO

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UNA TIERRA DONDE EL TIEMPO SE DETIENE.

Nuestro vino brota del granito erosionado por la humedad del Atlántico, del trabajo de sol a sol, de lluvia a lluvia. En una ladera que mira al sur y que suavemente cae hasta el río Ulla. Un valle con un sol prudente, con temperaturas suaves y lluvias generosas que logran llevar a las uvas albariñas a la plenitud de su maduración. Un conjunto de circunstancias climáticas y geológicas que dan lugar a una de las subzonas con más carácter de la D.O. Rías Baixas.

En Ximonde el sol marca el principio y el fin de la jornada, la primavera hace brotar a la vid. Lentamente, la calidez del verano y metódica lluvia se encargan de lo realmente importante.

Mientras, la intervención del viticultor es mínima, a las cepas las riega el cielo, las alimentamos con abono orgánico e intentamos aplicar los métodos tradicionales en su cuidado. Una liturgia que se repite estación a estación, año a año, siglo a siglo, como lo atestiguan cepas centenarias que se conservan en nuestras viñas.
Muy cerca, a 10 minutos, de Santiago de Compostela, Ciudad Patrimonio de la Humanidad, nuestra forma de entender la vida, tan unida al vino, la tradición y El Camino, se pierde en la memoria del tiempo.

VIÑEDO

EL RESPETO AL
BUEN HACER DE
LO TRADICIONAL

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AL COMPÁS DE LOS RITMOS QUE MARCA LA TIERRA. En la viña el ritual comienza con la poda durante el letargo de la planta y cuando toca deshojamos y solo dejamos los mejores racimos para su maduración. Al llegar el tiempo de la vendimia, los racimos pacientemente seleccionados recorren el breve sendero que siempre ha unido viña y bodega. Siempre en cajas de no más de 15 kilos.

El fruto entra en la bodega de la casa, se despalilla, se macera en frío y pasa a la prensa. Solo extraemos el mosto en flor para dejarlo reposar dos días. Tras la serena y silenciosa decantación se separan los fangos para que el mosto pueda fermentar en limpio y de manera espontánea por acción de las levaduras indígenas de la finca del Pazo de Ximonde.

Concluida la fermentación el vino se trasiega con sus lías finas. Así, medio año, tras el cual se estabiliza en frío y se embotella. Un método de trabajo y conocimiento que da como resultado un vino albariño de autor que evoluciona en la botella. Un noble albariño preparado para ser escrutado por los paladares más exigentes. Esta es la esencia de Ximonde.
En Ximonde solo se convierten en vino las uvas vendimiadas en la propiedad*. De esta manera conseguimos un vino de pago, cuidado con experiencia y sosiego en todo momento.

En definitiva, hacer de lo Natural, lo más Natural, con absoluta fidelidad al espíritu de Ximonde. Este es el compromiso que la familia Simón-Barallobre tiene con Galicia.